Quien nos entrevista espera algo de nosotros y hay que reducir el riesgo de equivocarse en el primer contacto.
Independientemente de las capacidades e idoneidad para el puesto, los entrevistadores dan importancia a nuestra apariencia y modales. Consideran que son síntoma de lo que seremos luego, una vez contratados.
No cometas errores:
Falta de franqueza: Una costumbre generalizada es mentir: hinchar los currículos, decir que en el empleo anterior se ganaba más, ocultar razones de despido... Los entrevistadores tienen práctica en detectar estos fraudes y suelen ponerse en contacto con los contratadores previos.
Saber escuchar: Muchos entrevistados se precipitan con sus respuestas. Al inicio de la pregunta suponen lo que viene después y cortan al entrevistador. Esto produce un efecto deplorable, especialmente si se trata de un empleo cara al público.
Espontaneidad: No hay nada peor que decir frases preparadas de antemano. Debemos contestar a lo que nos pregunten, no llevar el tema a donde nosotros queramos. Tampoco es bueno pretender impresionar mencionando empresas o personas del sector.
Probablemente nuestro entrevistador los conocerá mejor que nosotros y nos puede poner en un aprieto.
Cercanía: Mantengamos las formas. Si el entrevistador nos tutea, es un permiso implícito para que nosotros lo hagamos. Pero nunca debemos tomarnos demasiadas confianzas ni rebajar nuestra forma de hablar.
Referencias: Se valora la experiencia anterior. Debemos pedir cartas de referencia en nuestros antiguos trabajos. Aunque nos hayan despedido, esto no suele figurar en su contenido, y siempre es mejor que no tenerlas.
Higiene: Un pelo grasiento o unas manos mal cuidadas pueden imposibilitarnos el acceso a un puesto. Un piercing no nos afectará para ser mozo de almacén, pero nos cerrará puertas si pretendemos ser vendedores.
Discreción: En las mujeres, un exceso de maquillaje, tacones muy altos, grandes escotes o minifaldas resultan contraproducentes. Las empresas quieren trabajadores, no exhibicionistas. En los hombres, la corbata sigue dando buenos resultados para marcar una imagen. Pero una corbata floja o una camisa por fuera del pantalón, aunque sean de marca y estén de moda, nos perjudicarán.
La experta
Consuelo Simón. Directora de division de Mölnlycke Health Care.
"Cuando entrevisto a candidatos, siempre me fijo en aspectos de su personalidad. Conocemos el lenguaje corporal y sabemos medir el entusiasmo y las ganas de trabajar de alguien. He visto gente que se ha presentado bebida o bajo los efectos de alguna droga. ¿Cómo se puede pretender que alguien, tras ver eso, confíe en ti?".
Independientemente de las capacidades e idoneidad para el puesto, los entrevistadores dan importancia a nuestra apariencia y modales. Consideran que son síntoma de lo que seremos luego, una vez contratados.
No cometas errores:
Falta de franqueza: Una costumbre generalizada es mentir: hinchar los currículos, decir que en el empleo anterior se ganaba más, ocultar razones de despido... Los entrevistadores tienen práctica en detectar estos fraudes y suelen ponerse en contacto con los contratadores previos.
Saber escuchar: Muchos entrevistados se precipitan con sus respuestas. Al inicio de la pregunta suponen lo que viene después y cortan al entrevistador. Esto produce un efecto deplorable, especialmente si se trata de un empleo cara al público.
Espontaneidad: No hay nada peor que decir frases preparadas de antemano. Debemos contestar a lo que nos pregunten, no llevar el tema a donde nosotros queramos. Tampoco es bueno pretender impresionar mencionando empresas o personas del sector.
Probablemente nuestro entrevistador los conocerá mejor que nosotros y nos puede poner en un aprieto.
Cercanía: Mantengamos las formas. Si el entrevistador nos tutea, es un permiso implícito para que nosotros lo hagamos. Pero nunca debemos tomarnos demasiadas confianzas ni rebajar nuestra forma de hablar.
Referencias: Se valora la experiencia anterior. Debemos pedir cartas de referencia en nuestros antiguos trabajos. Aunque nos hayan despedido, esto no suele figurar en su contenido, y siempre es mejor que no tenerlas.
Higiene: Un pelo grasiento o unas manos mal cuidadas pueden imposibilitarnos el acceso a un puesto. Un piercing no nos afectará para ser mozo de almacén, pero nos cerrará puertas si pretendemos ser vendedores.
Discreción: En las mujeres, un exceso de maquillaje, tacones muy altos, grandes escotes o minifaldas resultan contraproducentes. Las empresas quieren trabajadores, no exhibicionistas. En los hombres, la corbata sigue dando buenos resultados para marcar una imagen. Pero una corbata floja o una camisa por fuera del pantalón, aunque sean de marca y estén de moda, nos perjudicarán.
La experta
Consuelo Simón. Directora de division de Mölnlycke Health Care.
"Cuando entrevisto a candidatos, siempre me fijo en aspectos de su personalidad. Conocemos el lenguaje corporal y sabemos medir el entusiasmo y las ganas de trabajar de alguien. He visto gente que se ha presentado bebida o bajo los efectos de alguna droga. ¿Cómo se puede pretender que alguien, tras ver eso, confíe en ti?".
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